Collar esmeralda

Collar Esmeralda

Collar Esmeralda

Un collar esmeralda, de cristal que le circunscribe y plata de ley. Imaginar por un momento ese velero que arria el velamen, que pone al pairo su proa y estima arrojar el ancla.
¿Por qué se detiene la embarcación? ¿Qué caballito de mar habrá saltado en la mente de su capitán? ¿Quizá las cartas de navegación se fueron tras las gaviotas? ¿O es que las redes de algún pesquero han trabado sus estelas?
No se detiene en esta ocasión por algo melodramático, ni tampoco por algo liviano. Se detiene por el banco de corales; el capitán quiere evitar el percance de hacer aguas. Extrañado porque en el mapa de latitudes no advierten de tal barrera de coral, da pequeños golpes con el índice en el GPS. Quizás el aparato esté mareado, pese a ser náutico le tirara más la tierra.

El capitán

El capitán preocupado, se quita sus gafas de Dior y se restriega los ojos mientras jura para sus adentros, que vio un destello de coral verde, como el de Sumatra. Pero o el cartógrafo de la Royal Army no estaba en sus cabales o el GPS Breitling  añora su factoría de Suiza. Allí no había coral azul. ¿Dudar de sus reflejos? ¡Jamás! Sin ellos no se hubiera librado de más de una. Cuando estas en alta mar y llevas días sin ver nada, son los reflejos y la intuición los que ven más allá que las máquinas, y te libran por supuesto de un aciago destino.
De nuevo el capitán estaba izando la mayor cuando un reflejo verde le llegó a los parpados. Gracias a que la vela estaba iniciando su ascenso, la cuerda no le quemó las manos, más bien se las calentó un poco. El capitán de forma automática se fijó en las manos. Estaban un poco rojas y…. ¿verdes?
Al levantar la vista resolvió todo el misterio. Ella estaba despierta desde hace rato. Merodeaba en cubierta, le observaba y al mirar por la ventana a contraluz del puente, su collar de esmeralda hizo un destello. Al instante calló sobre un blanco cojín de la tumbona… El capitán había parado en seco el velero.

Sonreía al fin el capitán mientras se abrazaban.

Historias del Rincón de Mamá

Esta historia es una creación para el Rincón de Mamá, pero quién sabe si pudiera estar ocurriendo en este momento. El mundo es enorme y las posibilidades infinitas. Somos afortunadas de estar en la cubierta del mismo en este preciso momento. Y nunca sabremos quién va a frenar por nosotras. Mimetizarte como el asfalto o resaltar como el coral. No temas por los corsarios, a ellos les atrae el oro. Solamente un capitán o un joven profesor de biológicas, puede reparar en el azul que despide el coral de sumatra.

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