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Ventanas a nuestro presente

Ventanas del presente

Cuántas mañanas al marcharte he tocado las sábanas aún calientes por tu cuerpo. Esas mañanas en la que el último átomo de calor escapaba desvaneciéndose en mis dedos, te necesitaba un poco más. Quizás debería alargar más nuestra despedida con un beso sin cronómetros. O tal vez con un suspiro mientras se fundían nuestras miradas. Observar en la mesa tu taza de café vacía, adivinar el contorno de tus labios. Sentir de nuevo el asa entre tus manos, mientras me miras, mientras hablo. Sé que quizás lo que te cuente no te llene del todo para el día a día. Pero mira, al final deseo que sea como una tintura que se disuelve en tus adentros. Y que algún momento del día, sin venir a cuento, sin pedirlo siquiera; mis palabras vuelvan a tu mente.

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Ventanas

Y miro por la ventana de nuestra vida, en ese patio de flores y plantas que juntos cuidamos. Y aunque aún falte tiempo para la primavera, cuento los días para que de nuevo sembremos la tierra con nuestra alegría. Hoy por huir un poco de la soledad que impone la distancia, he decidido adentrarme por los bosques y campos junto a nuestra casa. He recorrido el camino largo que a veces nuestras bicicletas, hacen una carrera para ver quién llega antes…y nunca ganamos. En el coto del caza de algún Marqués desconocido, desaparecido o esfumado me he detenido. Mientras me colocaba el pañuelo, mi sombrero se ha movido.

Por un momento pensé que había sido el viento, pero no. Sé que has sido tú, desde la distancia de tu despacho. Mi tintura te ha recordado mi tacto y abriendo tú ventana, mirando donde más azul es el cielo me has suspirado. Lo sé, lo he notado. De nuevo con mi sombrero en la cabeza, he vuelto por el camino descubriendo tus huellas, recordando cada rama, cada hoja, cada beso.

Y esta noche cuando llegues a casa y me veas agotado y feliz. No me regañes por haber usado tu sombrero, el mío lo perdí ya sabes … No me importa que no sea de hombre, me importa que sea tuyo, que tenga tu perfume, tu tacto.

Cuántas cosas ha cambiado esto del teletrabajo, pero no lo nuestro.

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Dicha y sombreros

La dicha de los sombreros

Nunca es tarde si la dicha es buena, o lo que es lo mismo ¿por qué no te atreves a ponerte un sombrero? Aunque parece una prenda de otra época y digo “parece” nunca ha dejado de usarse por sus beneficios. Beneficios que la más simple argumentación hace imposible de debatir, como por ejemplo su protección al frío, al calor, a la lluvia y al sol. Una prenda que siempre ha acompañado al hombre y la mujer y que en las últimas décadas parece haber sido eliminada de nuestros armarios, nada más lejos de la realidad.

Que la industria industrializada (valga la redundancia) de la moda te dicte unos patrones, unos uniformes con los que ser una abeja de la colmena es una cosa, que tú la hagas caso es otra. La sociedad tiende a simplificar, a dictar guiones y métodos fáciles de seguir, a ayudarte para que no pienses demasiado y que te ocupes de otras cosas. Dudo a qué otras cosas quieren que te ocupes, pero lo que está claro es que no deben elegir por tí tu indumentaria. Y digo que no porque al igual que la personalidad de una persona es inherente a ella, lo mismo lo son la imagen, el cuerpo, las formas y las facciones que tenemos. El ser uno mismo es la clave en la sociedad frente a la colectivización de las opiniones o como en el caso que nos ocupa en la vestimenta.

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Los sombreros al margen de los beneficios lógicos argumentados, dotan a la persona de un toque personal que realza su figura. No es empezar la casa por el tejado, sino más bien coronar con una bandera el hogar que es el cuerpo que poseemos. Y si gastas dinero en decorar tu casa con elementos puramente estéticos, es el sombrero ese elemento decorativo pero funcional a la vez.

Decorativo es un decir, pues es meramente estético visto desde fuera, pero en función del tipo de sombrero elegido (Fedora, Panamá, Borsalino, tocado) puede restar cualidades a la persona (si se elige sin tener en cuenta una serie de pautas) o sumarlas (si se atiende a todas las variables)

Si todavía no tienes un sombrero, déjate aconsejar por El Rincón de Mamá, visítanos  y pruébate los distintos modelos de sombreros que tenemos. Tú misma podrás comprobar cómo te realzan y favorecen o como se muestran neutrales según la ropa que lleves puesta. Para cada ocasión hay un sombrero, para cada persona un sombrero y para cada sombrero un detalle. Si quieres salir del estándar de la industria te enseñamos lo que ellos no quieren que te pares a decidir.

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Sombreros y Rosas texturas

Sombreros y Rosas texturas

De nuevo entro cargada en el portal. El portero piensa por unos momentos si se levanta de su asiento o si se hace invisible. Mi cargamento de bolsas con mis compras parece que le hacen plantearse cuál realmente es su papel o cual debería serlo. Da igual; le sonrío y como si tuviera un resorte se levanta para ayudarme. Al quedarme ya sin peso, me responde un “no hay de que” ante mis agradecimientos. Como si fuera un Prestidigitador mezclado con hombre orquesta abre la puerta del ascensor y me permite el paso. A veces no entiendo a las feministas o machistas que critican o rehúyen los actos de educación, respeto y galantería. Quizás en estos tiempos rechinen como comportamientos de otras épocas, pero el respeto entre un hombre y una mujer es mucho más que la igualdad de género o de trabajo.

Como mi sombrero, hay sombreros femeninos, sombreros afeminados, sombreros bastos de mala calidad, sombreros sin modales, sombreros de espanto. Saber elegir un sombrero es importante, no todo va con nuestro rostro y lo que a una mujer puede quedar ideal, a otra puede espantar. La delgada línea que diferencia la elegancia del sin sabor es muy delgada. Obviamente nuestro entorno no es el mejor consejero, salvo que sean sombrereras/ros profesionales o personas especiales que tengan un gusto refinado en este sentido. La mejor consejera es una misma y para facilitar el consejo, el sombrero tiene que ser sombrero y su apellido la calidad. Es cierto que hay sombreros monos por pocos euros, pero al final son eso “monos” y en nuestro haber unos euros menos.

Un sombrero no es un complemento de usar y tirar, un sombrero es una prenda imperecedera que bien puede usarse en distintas etapas de nuestra vida. Un sombrero acentúa o define sutilmente lo que llevemos puesto. Te protege del sol, de la lluvia y atrae las miradas. Me comentan amigas que no tienen valor a verse con uno en su cabeza. Valor no yo las digo, si no visión, sentido y gusto. Esas cualidades que las modas low cost meten en un cajón para que comulgues con sus propuestas.

Te invito a que te pruebes uno, uno que te siente bien de verdad, para que te hagas a la idea de quién eres. Y si pones un pie en la calle y luego otro y poco a poco inicias tú paseo,verás que no pasa nada, sino todo lo contrario…atraerás miradas.

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